El alto costo de la luz y del agua, así como una situación imprevista como una muerte o el desempleo, llevan a familias puertorriqueñas a atrasar el pago de la hipoteca de su propiedad o que la entreguen al banco, indicó el comisionado de instituciones financieras, Rafael Blanco.
Y es que, aunque la morosidad y la ejecución de casas había mermado a principios de este año, el panorama ha empeorado, según las estadísticas de la Oficina del Comisionado de Instituciones Financieras.

Para enero de este año, la morosidad de 30 días estaba entre 24,288 y para septiembre en 25,336. El mismo patrón se repite en la morosidad de 60 y 90 días. En enero de este año había 17,285 casas en proceso de ejecución, mientras que en septiembre la cantidad subió a 18,229 casas.
“Eso obedece a que la gente trata -por todos los medios- de hacer unos ajustes desde principio de año, de organizar sus finanzas, pero la realidad los alcanza cuando la sábana no alcanza más. Ha habido una migración de casos de hipoteca que estaban en delincuencia (90 días o más) y que ya han pasado a etapa de ejecución. Ha habido un deterioro en la calidad de la cartera de hipotecas de las distintas instituciones”, explicó Blanco.
Según Blanco, las entidades bancarias permisivas en la concesión de préstamos y clientes con compras por encima o en el borde de su capacidad económica propician que una familia o una persona no pague a tiempo o se atrase. Añadió que la economía débil y el alto costo de la factura de la luz y del agua también causan retraso en el pago de la hipoteca. “El presupuesto familiar es más difícil de estirar”, puntualizó.
Blanco indicó que también una situación imprevista altera la realidad económica de una familia y trastoca el pago de la hipoteca.
“Muchas de estas casas se compran con los salarios sumados de la pareja. En el camino pasan muchas cosas: se divorcian, se enferman, se quedan sin trabajo, muere uno de los dos y en el momento que eso pasa ya tienes una carga con la que no contabas”, explicó Blanco.
“En general, se ha mantenido una delincuencia alta y que tiene unos leves indicios de empeoramiento. Después que había mostrado una mejoría a principios de año, ha vuelto a empeorar porcentualmente especialmente estos últimos meses”, agregó.
Para el economista, Elías Gutiérrez, se trata de un problema de producción.
“El problema es que, al no producirse al ritmo necesario, al mantenerse los salarios estancados y al agotar el valor de la riqueza neta de las familias, pues entonces muchas veces lo único que queda como opción es irse, entregar la propiedad o atrasarse. Muchas veces se van sin ni siquiera entregar la propiedad”, dijo.
La morosidad de 30 días no es la más preocupante, sino la de 60 y 90 días porque, según Blanco, va subiendo de escalafón hasta culminar en una ejecución de hipoteca.
Reconoció que puede haber familias que, ante la adversidad, no acuden a los bancos para buscar ayudas y quizás a aquellos que buscan ayuda no se le proveen las herramientas necesarias o adecuadas para lidiar con sus problemas financieros.
Tanto Blanco como Gutiérrez proyectaron que los atrasos en el pago de hipotecas y las ejecuciones no mejorarán.
“Esto indica que no hemos salido de nuestra dificultad económica y hasta que esto no mejore tampoco mejorará el lado hipotecario”, destacó Blanco.
“No veo por qué va a mejorar. No veo nada en el horizonte”, agregó Gutiérrez.
El Nuevo Día